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viernes, mayo 12, 2006

Diez reglas de oro para educar la voluntad

Daniel Inenarity

Es difícil, tras estudiar el tema de la voluntad desde perspectivas tan diversas, intentar concretar para ofrecer unas pautas específicas que no sean simples recetas de cocina, pues al atravesar la frontera entre la teoría y la práctica, entre las ideas y su aplicación, hay un trecho difícil de salvar. No obstante, voy a tratar de esquematizarlas.
1. La voluntad necesita un aprendizaje gradual, que se consigue con la repetición de actos en donde uno se vence, lucha y cae, y vuelve a empezar
A esto se llama en psicología hábito. Dicho en otros términos: hay que adquirir hábitos positivos mediante la repetición de conductas, de forma deportiva y alegre, que van inclinando la balanza hacia comportamientos mejores, más maduros y que, a la larga, se agradecerán, pero que, en las primeras etapas, cuestan mucho trabajo, puesto que la voluntad está aún en estado primario, sin dominar.
2. Para tener voluntad hay que empezar por negarse o vencerse en los gustos, los estímulos y las inclinaciones inmediatas.
Esto es lo realmente difícil. Es más fácil explicar los mecanismos por donde hay que dirigir la voluntad, que ponerse uno a funcionar, aplicando las teorías y los argumentos. Esto es: toda educación de la voluntad tiene un trasfondo ascético, sobre todo cuando se empieza. La labor de los padres en esta tarea es decisiva: deben —con mucha sabiduría— hacer atractiva la responsabilidad, el deber y las exigencias concretas. De otra parte, están los educadores: deben guiar al alumno hacia la verdad y la libertad, ligadas estrechamente.
Hay un puente que va de la primera a la segunda. La voluntad es liberadora. ¿En qué consiste ser libre? ¿Qué es liberarse? Significa poder moverse sin coacciones, haciendo lo que uno quiere, eximiéndose de obstáculos y dependencias que distraigan del mejor trayecto personal. La voluntad libera e inicia el vuelo hacia la realización del proyecto personal y de la felicidad. Ahora bien, hay que hacer la siguiente pregunta: ¿Cuál es el nivel del proyecto y a qué cosas nos referimos cuando hablamos de felicidad? La respuesta no es otra que indagar en los argumentos de nuestra existencia, ya que éstos constituyen el alma de nuestra vida como anticipación y programa de la misma. La vida humana es una tarea que se mueve entre dos polos: adecuar los deseos a la realidad. Por eso la felicidad no consiste en vivir bien y tener un excelente nivel de vida, sino en saber vivir. Es frecuente captar esto cuando la vida se acaba. Es una lástima darse cuenta de ello cuando se está a punto de amarrar la propia barca en la otra ribera.
Liberación no es hacer lo que uno quiere o seguir los dictados inmediatos de lo que deseamos, sino vencerse en pequeñas luchas titánicas para alcanzar las mejores cimas del propio desarrollo. La supresión de obligaciones y de constricciones exteriores, el abandono de los grandes ideales y retos, dejarse llevar por los estímulos del momento... puede proporcionar cierta tranquilidad en un corto plazo, sobre la marcha, pero muy pronto deja al descubierto las carencias de esa personalidad.
Pensemos en la liberación sexual, que ha pretendido borrar todas las inhibiciones, situando al hombre rumbo a la utopía de los paraísos perdidos y los sueños roussonianos. Se anunciaba así un mundo futuro abierto, liberal, pluralista, de más ricos horizontes. Pero los resultados que tenemos a la vista son unos modelos de comportamiento aberrantes en los que la sexualidad, degradada, se ha convertido en bien de consumo, instrumentalizando al otro en el sexo. La liberación que trae la voluntad consiste en apartar obstáculos, allanar el camino para hacer lo que se había programado, ir consiguiendo que los sueños se hagan realidad poco a poco. Es evidente que todo depende del fin, del punto de mira, de aquello hacia lo que apuntemos. Esto se resume en la célebre frase de Nietzsche: «No te pregunto de qué eres libre, te pregunto para qué eres libre. » O como consta en aquel libro de Bernanos: La libertad: ¿para hacer qué?
3. Cualquier aprendizaje se adquiere con más facilidad a medida que la motivación es mayor. Estar motivado implica estar preparado para apuntar hacia el mejor blanco. El ejercicio de luchar por nuestros objetivos se estira más gracias a la fuerza de los contenidos que los mueven. Lo expresaré de otra forma: el que no sabe lo que quiere, el que no tiene la ilusión de alcanzar algo, difícilmente tendrá la voluntad preparada para la lucha. Esta regla sugiere muchas cosas a la vez. Por una parte, el viejo tema del modelo de identidad, esa lección abierta que otro nos da y nos invita a imitarlo. Tenerlo presente es empezar a andar de forma correcta y correr tras la verdadera libertad. Como dice Daniel Inenarity: «Libertad como pasión significa superar el reduccionismo de una libertad sólo centrada en aspectos formales, comprada al precio de una perpetua indecisión [... ] Una libertad profunda es aquella que se realiza, se hace vida, decide y compromete [... ] conservando la propia superioridad moral. » Es decir, que todo progreso humano que se hace de espaldas a unas normas morales acaba mal. El hombre superior es el hombre espiritual que ve a los demás como personas, no como peldaños.
Por otra parte, hay que saber descubrir lo que yo llamaría en la actualidad valores de recambio, que de algún modo se circunscriben alrededor de los grandes motivos del hombre. Son nuevos motores que iluminan con su fuerza el proyecto personal: la democracia, los valores de la Ilustración, el pluralismo bien entendido, la solidaridad, así como una visión supranacional de los problemas actuales.
4. Tener objetivos claros, precisos, bien delimitados y estables.
Cuando esto es así y se ponen todas las fuerzas en ir hacia delante, los resultados positivos están a la vuelta de la esquina, y no tiene cabida la dispersión de objetivos, ni tampoco querer abarcar más de lo que uno puede. Por eso produce mucha paz aplicarse en esos propósitos, siendo capaz de apartar todo lo que pueda distraernos o alejarnos de las metas. Querer es pretender algo concreto y renunciar a todo lo que distraiga y desvíe de los objetivos trazados.
5. Toda educación de la voluntad tiene un fondo ascético, especialmente en sus comienzos.
Hay que saber conducir las ansias juveniles hacia una meta que merezca realmente la pena. Ahí es donde resulta decisiva la tarea del educador por un lado, y la de los padres, por otro. Hay una observación complementaria que quiero hacer, una vez llegados a este punto: las grandes ambiciones, las mejores aventuras, brotan de algo pequeño, que crece y se hace caudaloso a medida que la lucha personal no cede, no baja la guardia, insistiendo una y otra vez.
En el alpinismo, por ejemplo —tarea que se parece mucho al fortalecimiento de la voluntad—, lo importante es dar pequeños pasos hacia arriba, ir ascendiendo en la montaña no gracias a las grandes escaladas, sino merced a pequeños avances, al principio costosos y, después, ya más fáciles, una vez que se vislumbra el paisaje desde la cima.
6. A medida que se tiene más voluntad, uno se gobierna mejor a sí mismo, no dejándose llevar por el estímulo inmediato. El dominio personal es uno de los más extraordinarios retos, que nos elevan por encima de las circunstancias. Se consigue así una segunda naturaleza. Uno no hace lo que le apetece, ni escoge lo más fácil y llevadero, sino que se dirige hacia lo que es mejor. Cuando la voluntad es más sólida, esa persona ya ni se plantea el cansancio que ha supuesto o sus apetencias, sino lo que sabe que será más positivo para ella de cara a los objetivos diseñados.
7. Una persona con voluntad alcanza las metas que se había propuesto con constancia.
He comentado en las páginas que preceden lo importante que es tener presentes las piezas instrumentales de la voluntad: el orden, la tenacidad, la disciplina, la alegría constante y la mirada puesta en el futuro, en la meta. Existe hoy la tendencia a la exaltación del modelo del ganador, que deja en la estacada, groggy, a muchos perdedores en el ring social. Por eso, compararse con otros, fijarnos demasiado en las vidas ajenas, puede ofrecer una cara negativa, suficiente como para no disfrutar con lo que se tiene y desear lo que no poseemos.
8. Es importante llegar a una buena proporción entre los objetivos y los instrumentos que utilicemos para obtenerlos; es decir, buscar la armonía entre fines y medios. Hay que intentar una ecuación adecuada entre aptitudes y limitaciones, pretender sacar lo mejor que hay en uno mismo, poniendo en marcha la motivación, configurada gracias a las ilusiones, así como el orden, la constancia, la alegría y la autoridad sobre nosotros mismos, para no ceder ni un ápice en lo propuesto.
9. Una buena y suficiente educación de la voluntad es un indicador de madurez de la personalidad.
No hay que olvidar que cualquier avance de la voluntad se acrecienta con su uso y se hace más eficaz a medida que se incorpora con firmeza en el patrimonio psicológico de cada uno de nosotros. Una persona madura y con equilibrio psicológico ofrece un mosaico de elementos armónicamente integrados, en donde la voluntad brilla con luz propia.
10. La educación de la voluntad no tiene fin.
Esto significa que el hombre es una sinfonía siempre incompleta, y que, haber alcanzado un buen nivel no quiere decir que se esté siempre abonado al mismo, ya que las circunstancias de la vida pueden conducir a posiciones insólitas, inesperadas, difíciles o que obligan a reorganizar parte de la estructura del proyecto personal. También hay que citar la falta de orientación de la sociedad actual, tan permisiva y con tan pocos valores de referencia, que impide ver ejemplos positivos que sirvan como modelos de identidad. La sociedad, tal y como está ahora, no favorece en casi nada la potenciación de la voluntad. Y mucho más difícil resulta esta potenciación con la influencia de la televisión, frente a la cual no cabe tener más que un moderado pesimismo.
Es un poco largo, pero vale la pena.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Atufa a Don José María. Escrivá de Balaguer.

8:15 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Eso es puro conservadurismo hispanicus. Balmes no lo habría dicho mejor

8:38 p. m.  
Blogger Igone said...

todavia no me he leido nada pero n es don sino SAN

11:27 p. m.  
Blogger amaya said...

miren , no jodais con el tema de la obra.
Aplicarlo a los deportistas, todos son de la obra, un dantzari, un estudiante de musica, etc.
Anónimo, conservadurismo hispánicos, lo siento pero te lo repasas sin prejuicios, el de la foto fue todo lo puesto, esto no inculcaba para luchar por nuestra patria, el ejemplo nuestros gudaris y las emakumes.
En la lucha por un pueblo hay que tener voluntad, hay que luchar, perder y ganar, todo para seguir, no por perder se es un fracasado y por ganar se puede morir de éxito, hay que se positivo, lo negativo te lo pondrán otros.
Voluntad para vencerse en los gustos, y en las cosas fáciles.
Que coño tiene que ver la obra con decir " saber vivir" disfrutando de todo, evitando lo material o lo superfluo, educar en valores como la responsabilidad, solidaridad, ecología, respeto al diferente, esto es la obra, el decir lo de la liberación sexual es un ejemplo de la falsa liberaciones pseudo progresistas.
Me gustaría que en una reunión de botellón, después de horas y chicas con ropas cortas, en la que con toda la libertad chicas hablan con chicos, hay chicos que se creen que por hablar con ellas, las otras se están ofreciendo, y como en muchos casos hay gentes educadas en lo superfluo o simplemente se pasean por clase sin tener referentes desde casa hace que casi todo se pueda. Cada vez es mas difícil hacer entender entre los muy jovenes que nadie puede sentirse propietario de una mujer, que la que decide es ella y tiene que dominar su voluntad cuando les dicen que no.
Cuando alguien quiere aprender algo, esta motivado, le será mas fácil aprender que al otro que esta obligado, o no.
Tener objetivos claros es lo que nos dará la libertad, como decía Ajuriagerra.
Mi experiencia con niños ,como entrenador, como tema importante, es trabajar el compromiso personal como elemento para respetar al colectivo.
ejemplo. fútbol, si tenemos un equipo de 9, varios lesionados y alguno de comunión, sin ganas de jugar deberé ir, el resto tiene derecho de jugar, el individuo debe respetar el colectivo.
Cuando se baila en un grupo de dantza, hay que esforzarse por el colectivo, si tu lo haces bien y otro mal, el primero debe adaptar el paso al segundo con el fin de ayudarle.
Conozco tíos que jodidos de salud que se han partido la cara currando por el partido, dejando salud, dinero y disfrute, eso es voluntad.
Es tan importante como que nadie puede matar al vecino para quedarse con su casa, por eso ETA hace mal, quiere conseguir por la fuerza de las armas.
Cuando dominas tus impulsos, te controlas, es un síntoma de madurez, o no.
La voluntad no tiene fin, tus experiencias, comportamientos, capacidades, posibilidades hacen que tu voluntad sea mas facil de romper.
La voluntad es tan importante como que lo que se sin posibilidades, se hace por la fuerza de la voluntad, generalmente por uno que denota como líder natural y que con su ejemplo los demás se unen al tener un ejemplo delante.
Tengo un conocido, de esos que nunca han cobrado y que tienen una pila de años de militancia que dice.
El líder, es aquel que llega el primero y se marcha el ultimo.

10:19 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Cumpa, creo que deberia considerar pertinente aclarar que estas "10 reglas de oro" pertenecen, al menos su selección y palabras, al Dr. Enrique Rojas.
Saludos
pablo

2:53 p. m.  

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